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Artículo de opinión ·

A pesar de las cumbres de los gobernantes frente al cambio climático, la creciente educación en temas ambientales y, las noticias sobre los efectos del cambio climático en el mundo… por ejemplo, ¿quién no ha visto al oso polar haciendo un esfuerzo enorme por no caer del único cubo de hielo que queda en el Ártico?, ¿o a las aves bañadas en petróleo?, O a los peces deformados por efectos de plástico que se arroja al mar?

¿Cómo es posible que sigamos consumiendo productos como si salieran de una caja “mágica” ?, Como si cada decisión nuestra no tuviera un impacto mayor o menor sobre el ambiente.

Y es que, en la vida cotidiana tejemos un patrón invisible que moldea el destino del planeta. Desde la elección del alimento en nuestros platos, el vestuario que usamos a diario, hasta el material con el que se construyen las edificaciones, cada una de estas decisiones tienen un impacto profundo en el medio ambiente. Si, estas tres grandes acciones que dan sentido a nuestra Facultad Arquitectura, Arte y Diseño: Vestir, Alimentar y Habitar; figuran entre las de mayor impacto en el ambiente.

Empecemos por el alimento que consumimos. La agricultura industrializada y prácticas insostenibles que no solo agotan los recursos naturales, sino que degradan los ecosistemas. Según la FAO (Food and Agriculture Organization) la industria ganadera es responsable del 14.5% de las emisiones de gases efecto invernadero. Optar por una dieta abundante en vegetales, en alternativas de alimentos locales y orgánicos, al mismo tiempo que se adoptan prácticas para la reducción de los desperdicios de alimentos el cual según informe del año 2021, alcanza el 40% de los alimentos que se producen al año (World Wildlife Fund), pueden reducir drásticamente nuestra huella de carbono.

El vestuario, es otro ámbito donde las decisiones tienen un impacto ambiental considerable. La industria de la moda es una de las más contaminantes del mundo, desde la agricultura intensiva del algodón hasta la producción de moda rápida, la cual genera toneladas de desechos textiles.  La producción de una camiseta de algodón, por ejemplo, puede requerir hasta 2,700 litros de agua, según la Alianza para el Agua. Se estima que alrededor del 85% de todas las prendas de ropa terminan en vertederos cada año, según la Fundación Ellen MacArthur. Esto contribuye a la acumulación de residuos textiles y a la contaminación del suelo y el agua. Optar por prendas de segunda mano, materiales sostenibles y reducir el consumismo sin propósito, son pasos para reducir nuestra huella de carbono en el tema de la moda.

Por último, la construcción juega un papel crucial en la mitigación del cambio climático. Los edificios representan aproximadamente el 39% de todas las emisiones de CO2 a nivel mundial, según el Instituto de Recursos Mundiales.  Desde las primeras etapas con la extracción de materiales, el consumo de energía en la fase de uso, hasta su fin con la demolición, puede disminuirse los impactos a través de la adopción de prácticas sostenibles y de economía circular.

En última instancia, debemos reconocer que nuestras acciones individuales, aunque parezcan pequeñas, se suman para formar un tejido complejo que determina el estado de nuestro planeta. Cada comida elegida, cada prenda usada y cada edificación construida, es una declaración del compromiso que tenemos como Facultad, hacia un futuro más sostenible en donde cada hilo de acción, por diversos que sean los intereses, líneas y posturas, esté entrelazado con el cuidado y el respeto por la tierra.

Arq. Olga Lucia Montoya

Docente Asociada

Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño

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