Facultad de Ciencias Humanas y Sociales
Hace 50 años, con la apertura de la universidad San Buenaventura en Cali nació la facultad de Educación, logrando con el tiempo consolidarse y gozar del prestigio que hoy día tiene en la región y el país. Un par de décadas después, bajo el amparo académico y la tutela de la facultad de Educación, nació la facultad de Psicología, compartiendo un mismo edificio, el edificio Horizontes y un mismo Horizonte institucional y, como diría Jalhil Gibran...”el sauce y el ciprés no crecen el uno a la sombra del otro”, esta última, al cabo de un poco más de 20 años se ha erigido independiente e igualmente reconocida su presencia en el ámbito regional y nacional.
La Universidad en estos 50 años de su trasegar académico y misional en Cali, ha obrado en correspondencia con la tradición universitaria de gestionar el conocimiento en compartimientos disciplinares, no sin percatarse de un sinnúmero de circunstancias académicas y administrativas en las que se configuran y se han configurado relaciones de articulación e integración, de esto puede dar testimonio la vida académica de ambas facultades; donde no solo han compartido salones, y pasillos, sino profesores, proyectos, estudiantes y tintos en cafetería.
De otra parte, en el momento actual, las complejidades del mundo contemporáneo, se nos presentan exigiendo transformaciones profundas en la vida universitaria, esto desde antes de la pandemia, vale la pena aclarar, (pareciera que este fenómeno ha dividido la historia contemporánea en un antes y un después). En efecto, la educación en general y la educación superior en particular, enfrentan hoy día una profunda crisis que se anida en el sentido mismo de la institución educativa y su papel en el proyecto de la modernidad, proyecto societario cuyo ideario democrático emancipatorio inspiró las revoluciones y las campañas independentistas de los siglos XVIII y XIX. Ese proyecto, su cumplimiento, se ha malogrado, al decir de De Sousa, por la exacerbación de los procesos de regulación y control que garantizaren la consolidación del proyecto, en desmedro de los procesos emancipatorios garantes de los derechos y la dignidad de todas las personas, cuyo desequilibrio se traduce en la configuración de un modelo de desarrollo utilitarista y cosificador de la condición humana, explotador y consumista, donde la racionalidad instrumental se ha impuesto sobre el ejercicio reflexivo y dialéctico a que convoca la democracia moderna, minando el carácter libertario de la modernidad como proyecto ético-político. Es decir que detrás de las promesas incumplidas de la modernidad, de una humanidad más solidaria, libre e igualitaria, están sus instituciones, una de ellas, quizás su faro, la educación y la ciencia, que ciertamente se ha configurado como una ciencia sin humanidad y dogmática, idólatra del objetivismo y el método, desde un pensamiento parametral, que ha construido una imagen esquizoide de la realidad a partir de la miopía de una formación unidiciplinar, carente de integración, en un proceso obsesivamente analítico y desentendidamente sintético, insuficiente para conjugar sentido epistémico de la complejidad inherente a la realidad, que responda y de sentido al para qué se conoce, cuestionamiento que nos instala en el deber ser del conocimiento y de la Universidad como institución agenciadora del mismo…y entonces…desde que Principios? ¿Fundamentos? Valores? ¿Desde dónde pararnos para responder al desafío de transformación que exigen los tiempos actuales y sus pandemias presentes y futuras?
Es tiempo entonces de transformarnos para avanzar y sintonizarnos con los profundos cambios que requiere la sociedad actual y la educación, a propósito de un mundo que se nos presenta, además de complejo, con grandes incertidumbres sobre su futuro, que es propiamente el nuestro. Es por ello que, desde la Universidad de San Buenaventura de Cali, se ha considerado la necesidad de configurar una nueva realidad académico administrativa cuyo propósito fundamental es aportar a la necesidad de articulación e integración del conocimiento. Les propongo entender este proyecto de la NUEVA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES, a partir del prefijo INTER, que funciona como bisagra que une para potenciar las posibilidades significantes de las realidades que integra. En consecuencia, con la NUEVA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES, le apostamos a la INTERDISCIPLINARIEDAD, la INTERSUBJETIVIDAD, la INTERCULTURALIDAD y la INTERNACIONALIZACIÓN.
Cuatro categorías académicas que, en la historia de las dos facultades, tanto de Educación como de Psicología, que hoy se fusionan para dar origen a la NUEVA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES , han tenido un lugar privilegiado en sus diseños curriculares y los lugares epistémicos que gustan habitar.
Sobre la INTERDISCIPLINARIEDAD:
Una de las cegueras de la ciencia que denuncia Edgar Morin, tiene que ver con la gestión del conocimiento desde la Universidad, es la fragmentación que genera la formación unidisciplinar y la la superespecialización del conocimiento. Se requiere de ambientes y procesos que permitan superar el dogmatismo y los reduccionismos y abrir las ciencias y las disciplinas, como lo propone Wallerstein para favorecer relaciones significantes que obliguen recomposiciones de sentido en el discurso científico.
Sobre la INTERSUBJETIVIDAD:
Una ciencia con humanidad implica superar el objetivismo empirista y entender la objetividad como un acuerdo intersubjetivo; el discurso científico constituye un sistema simbólico que se forma y se consolida en el diálogo sostenido al interior de una comunidad científica, que por su parte opera como un aparato legitimador de sentidos. El reconocimiento de la subjetividad resulta del entendimiento del carácter social del conocimiento y del reconocimiento de las multiplicidades de saberes.
Sobre la INTERCULTURALIDAD:
Tiene que ver con el reconocimiento del carácter contextual del conocimiento, inscrito en un momento y un lugar, situado en condiciones histórico sociales de existencia. Aceptar la invitación del pensamiento latinoamericano y desde la búsqueda epistémica reivindicar la posibilidad de epistemologías regionales. De igual forma, la interculturalidad entendida como posibilidad de discursividad sobre lo diverso, que como plantea De Sousa, debe constituir una categoría en la investigación de las ciencias sociales en América Latina.
Sobre la INTERNACIONALIZACIÓN:
El proceso de globalización, no solo de la economía de mercado, sino de, en general todos los ámbitos de la vida de las sociedades, posible por la generalización de las tecnologías de la comunicación y del transporte, que han favorecido el intercambio y la conectividad entre personas, países y regiones del mundo, hace absolutamente pertinente hoy día enfrentar el desafío de la inserción crítica en las comunidades y redes académicas del sistema universitario internacional y los organismos internacionales, que se configura en medio de una tensión entre lo global y lo local. Por ello, entendemos la necesidad y pertinencia de un conocimiento en construcción dialéctica, situado y en diálogo con otros lugares del mundo, en una dinámica que quizás se entiende mejor, mejor que globalización, era planetaria, al decir de Morin.
Si bien ya se ha creado la estructura académico-administrativa de la NUEVA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES, es claro también que es una realidad en ciernes, que está siendo y cuya dinámica se despliega desde este momento y llegará a ser lo que todos y cada uno de los que en ella participan y participarán, desde sus singularidades, deseen que sea, los invito a construir esta gran apuesta.