martes, 3 de diciembre de 2024
·disenador_web
Cientos de imágenes y videos se publican a diario en las redes sociales mediadas por internet, que nos muestran lugares icónicos en el mundo y los lugares icónicos de Asia no son la excepción. Estas imágenes y videos se han convertido en una nueva razón para la llegada de abundantes turistas de todas partes del planeta que han sido influidos a ello por creadores profesionales de contenido denominados influencers. Sin embargo, el exceso de interés por estos lugares y la idea de reproducir contenido similar desde ellos se ha convertido en una carga pesada para las y los residentes locales, e incluso para las autoridades.
Cada día más y más situaciones problemáticas son reportadas, paradójicamente, en las mismas redes sociales que las han generado.
Hemos visto a las autoridades japonesas llevar a juicio y luego expulsar al streamer Johny Somali por hacer una transmisión en un restaurante sin autorización y sin amainarse frente a las quejas de sus dueños (y que quedaron subidas a las redes del streamer). Esta expulsión por parte de las autoridades migratorias solo sucedió luego de haber sido denunciado por ingresar a una construcción sin tener autorización y de acosar a otros streamers en las calles de Tokio. Y aunque el mismo indicaba en uno de esos videos ser uno de los generadores de contenido más seguidos en Japón, esto no fue suficiente para que las autoridades no lo multaran y, finalmente, le prohibiera volver al país.
Igualmente, China, India y Nepal deben enfrentar la amenaza que representa la multiplicación de turistas con ganas de una selfie en los Himalayas. Aunque el turismo deportivo a este lugar es una de las actividades económicas tradicionales de la zona, en particular, la más importante para Nepal un estado con una renta per cápita de apenas 1.300 USD; no se duda de los costos asociados por la actual avalancha de visitantes. Las filas en el ascenso se han incrementado de tal manera que, la foto más apetecida, hoy, es precisamente en unas de esas filas. Y esto se acompaña por una gran cantidad de basura que no puede ser manejada del modo en que se hacia cuando solo escaladores profesionales y algunos multimillonarios buscaban alcanzar sus cimas.
Y también, en Japón, se ve como los comercios de las ciudades turísticas se llenan de carteles indicando que solo se habla japonés para evitar a los visitantes poco respetuosos de sus usos y costumbres, y que solo quieren tomarse fotos y videos (o tomarles fotos y videos exotizando a los moradores). Y, por ello en su principal joya turística, el Monte Fuji, las autoridades han decidido poner una cortinilla negra frente a uno de los lugares en que más fotografías y videos hacían los turistas para subir a sus redes sociales. Las autoridades de Kawaguchiko se vieron obligadas a esto ya que la tienda que queda en esta ubicación se había convertido en una atracción turística sin ningún interés en serlo y la cotidianeidad de sus dueños y de sus usuarios, se había visto profundamente afectada.
Los usuarios de redes, simples turistas, pero también generadores profesionales de contenido, además de perturbar el funcionamiento del local comercial también afectaban el tránsito de vehículos ya que se paraban de manera intempestiva y por largo tiempo sobre una vía vehicular para conseguir las tan anheladas imágenes, y videos. Hoy más que nunca nos vemos enfrentados a la sobre explotación de los contenidos audiovisuales en redes mediadas por internet que generan una cuasi obligación imperiosa de convertir todo lo que nos circunda en contenido. Esto lleva a que actividades importantes para la economía de los países, como el turismo, evolucionen en actividades indeseables e incluso costosas para los países. Así, terminamos por no disfrutar ni lo que vemos ni lo que hacemos y facilitamos comportamientos violentos en redes que van siendo multiplicados en todos los lugares del mundo por un par de likes.
Lorena Estupiñán-Pedraza.
Internacionalista – Politóloga.
Doctoranda en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales
Docente tiempo completo Escuela de Gobierno y Relaciones Internacionales.
Universidad de San Buenaventura Cali