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Artículo de opinión ·

En la actualidad, la inteligencia artificial (IA) está en un crecimiento sin precedentes, lo que nos plantea un debate crucial: ¿estamos viviendo una revolución que transformará drásticamente la sociedad o simplemente una evolución natural de la tecnología? Desde modelos de lenguaje avanzados hasta la automatización en industrias clave, la IA ha permeado todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, su impacto genera incertidumbre y nos invita a reflexionar sobre su futuro.

En los últimos años, la IA ha demostrado una capacidad sorprendente para transformar sectores enteros. En la salud, ha mejorado diagnósticos, optimizado tratamientos y apoyado procesos médicos. En el ámbito laboral, la automatización está redefiniendo el mercado, reemplazando ciertas tareas humanas y generando nuevos perfiles profesionales, con el objetivo de hacer la vida más fácil.

Mientras algunos ven estos avances como parte de una evolución tecnológica continua, otros los consideran una amenaza, señalando riesgos como el desempleo por automatización, los sesgos algorítmicos, la falta de transparencia, la manipulación informativa, la vigilancia masiva y la dependencia tecnológica. No obstante, la IA no ha surgido de la nada; es el resultado de décadas de investigación en matemáticas, ciencia de datos y computación. Aunque su desarrollo es acelerado, los cambios ocurren progresivamente, permitiendo que la sociedad se adapte y regule su implementación. Además, al seguir dependiendo de datos y supervisión humana, la IA aún no ha alcanzado una autonomía total.

Uno de los mayores desafíos de la IA es su impacto en el ámbito laboral y social. La automatización de tareas repetitivas y rutinarias puede generar desempleo en ciertos sectores, especialmente en aquellos donde la intervención humana es menos especializada. Sin embargo, también impulsa la creación de nuevas oportunidades en áreas emergentes, como el desarrollo de sistemas de IA, la ciencia de datos y la ética tecnológica.

El verdadero reto es lograr una transición equilibrada que minimice los efectos negativos del desplazamiento laboral, promoviendo políticas de formación y reeducación. Es fundamental que gobiernos, empresas y centros educativos colaboren en estrategias que permitan a la población adquirir las habilidades necesarias para adaptarse a los cambios del mercado. De esta manera, la IA puede convertirse en un motor de crecimiento económico y desarrollo social, en lugar de una fuente de desigualdad y exclusión.

Pero entonces, ¿es la IA una revolución o una evolución? La respuesta invita a la reflexión: si bien estamos presenciando cambios acelerados, estos son el resultado de un proceso de desarrollo que lleva años gestándose. La clave está en cómo decidimos aprovechar su potencial: ¿la utilizaremos para construir una sociedad más equitativa y eficiente, o permitiremos que sus desafíos superen sus beneficios? El futuro de la IA no está escrito; depende de cómo la sociedad guíe su evolución y gestione su impacto con responsabilidad.

Juan Sebastián Dosman

Jhon Mario Díaz

Ingeniería de Sistemas

Integrantes del semillero de investigación PADIA Universidad de San Buenaventura Cali

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