¿Qué estás buscando?

Artículo de opinión ·

Indisolublemente ligada a la sociedad y a la cultura, la arquitectura es fuente primaria, duradera y visible de las singularidades de los contextos y de las realidades cambiantes, que expresan en ella las memorias de sus tiempos. Sin embargo, la permanencia de los vínculos históricos y la valoración del impacto social de los edificios, se ven amenazados por la estandarización y homogeneización de las formas, y por la adopción de lenguajes externos sin una traducción a lo local. Bajo una neutralidad simbólica, los paralelismos con modelos ideales, teorías, hipótesis y verdades a priori, universales y globales, convierten las obras foráneas en paradigmas y desestiman la arquitectura nuestra, por considerarla inferior a los preceptos.

Cuando se prescinde de las particularidades contextuales, de las formaciones culturales y de las leyes sociales, la arquitectura adquiere un carácter objetual, general, universal y abstracto, en el que las formas y las funcionalidades, son condiciones que pueden conducir a catalogarla como “buena”, en la medida en que se ajuste a generalizaciones canónicas, o como “mala” cuando no admite tales idealizaciones. Exceder al edificio como objeto, implica un cruce entre la historia social y la geografía particular de un lugar, la antropología cultural, la sociología, la economía y la política, que, al someterse a la especificidad de la arquitectura, permiten también apreciar las obras “malas”, por su historicidad y por sus significados y aportes a la comprensión del pasado y el presente.

La confluencia de otras disciplinas, sin olvidar lo que la arquitectura es y ha sido en sí misma, es una mixtura conveniente, en la medida que permite entender los fenómenos sociales, los contenidos simbólicos, los fundamentos culturales, industriales y técnicos que soportan las obras, para explicarlas y valorarlas en su tiempo y contexto. Se pone aquí de manifiesto que, mientras un enfoque disciplinar puede conducir la arquitectura a una anonimia que la limite a una existencia empírica, una perspectiva amplia y dinámica, busca el pasado y el presente de las obras para interrogarlo, ligándolas a otros paradigmas intelectuales que se ocupan de lo social. La historia es fundamental en este cometido, pues en honor a su esencia social, ofrece una mirada problematizada e investigativa, de convergencia humanística, científica y artística, para valorar la arquitectura integralmente y desde la complejidad de su contexto, sin limitarse a imposiciones teóricas, principios compositivos, estructuras formales, clasificación de estilos, detalles y códigos.

La contextualización histórica no pretende poner en juego demasiadas cosas a la vez y no es una relación atávica de la que no es posible desprenderse; al contrario, se constituye en un método de estudio que permite establecer un panorama amplio para asumir el juicio crítico de la arquitectura, no solo en su individualismo objetual, sino inmersa en los retos que le ha impuesto su realidad histórica y social. Una valoración liberada de juicios meramente objetuales, reposiciona la producción local, regional y nacional de la arquitectura, pues cada obra aporta significados a la comprensión del pasado y crea sentidos de continuidad, permanencia y pertenencia. El compromiso cultural aporta también a la construcción de un discurso propio, necesario para constituir un fuerte y definido movimiento, que permita apreciar los valores de nuestra arquitectura y establecerlos como referentes que aporten elementos para evitar la creciente homogenización de los edificios y la anonimia de sus contextos. A partir de nuestra historia, es posible integrar los aspectos formales y técnicos, el rigor y la racionalidad que le son propios, con aquello que ninguna geometría puede narrar: sus significados y manifestaciones a la luz del contexto específico que determina los hechos.

Susana Jiménez

Docente Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño

Universidad de San Buenaventura Cali

Comparte esta publicación

¿Te gustó el contenido?

Publicaciones relacionadas


RUAV RUAV
×