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Artículo de opinión ·

Colombia es un país influenciado por modas, tendencias y fenómenos, no solo en lo musical, sino también en el ámbito jurídico. El derecho deportivo ha traído a la discusión pública nuevos conceptos como derechos de formación, mercado de pases, derechos federativos, y sujeción y control del deportista, considerando al atleta como un activo comercial de una empresa.

En la actualidad, gracias a los derechos humanos y a pesar de entidades como la FIFA, que actúa casi como un Estado independiente desde 1904, el derecho regula el comportamiento de las personas en esta actividad. Controla, por ejemplo, la explotación de menores de edad y regula los horarios de trabajo infantil, entendiendo que actividades como el fútbol pueden considerarse trabajo.

Los atletas deben contar con un representante legal y registrarlo en las entidades de control. La FIFA acepta contratos de dos años, pero a nivel comercial y personal pueden ser más extensos, lo que puede generar conflictos de interés cuando un atleta tiene varios representantes.

En Colombia, el deporte tiene un Ministerio Nacional con presupuesto, programas de formación y leyes que regulan esta actividad. Los deportistas, como cualquier ciudadano colombiano, gozan de los mismos derechos constitucionales. Sin embargo, el caso del fútbol es especial: a pesar de las normas locales, la FIFA impide que los gobiernos intervengan en sus decisiones. Aun así, el Ministerio del Trabajo debe garantizar que no se vulneren los derechos laborales de los deportistas.

Uno de los principales desafíos para nuestros atletas es la falta de apoyo en momentos críticos de sus carreras. A menudo, compiten a nivel nacional e internacional con recursos limitados, impulsados solo por sus sueños. Lamentablemente, cuando no obtienen los resultados esperados, estas ilusiones se desvanecen ante la falta de respaldo estatal, institucional o privado. Esto no solo afecta su desarrollo deportivo, sino también su bienestar emocional.

Además, cuando terminan sus carreras, muchos deportistas se enfrentan a la falta de oportunidades laborales o académicas. No existen suficientes programas de reintegración para que puedan continuar con su vida profesional después del deporte. Esto resalta la necesidad de políticas públicas que protejan sus derechos y ofrezcan un futuro más allá de la competencia activa.

El derecho deportivo debe ser una herramienta que no solo regule las competencias, sino que también asegure los derechos de los atletas en todas las etapas de su carrera. En un mundo globalizado, los abogados deben especializarse en áreas como la jurisprudencia deportiva, el derecho comparado y la responsabilidad civil en el deporte.

Por último, es importante entender que el deporte no es solo una actividad recreativa. Incluso en un gimnasio de barrio hay implicaciones jurídicas. El deporte es una industria global, y la aldea global llegó para quedarse. La virtualidad y la inteligencia artificial ofrecen nuevas oportunidades que no deben desaprovecharse, y el derecho deportivo es una de ellas.

Este crecimiento requiere que el gobierno y el sector privado trabajen juntos para garantizar un entorno donde los deportistas reciban el apoyo adecuado, tanto durante su carrera como en su preparación para la vida post-deportiva. El derecho deportivo debe modernizarse y adaptarse a estas nuevas realidades.

María Margarita Gómez Lozano

Docente Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

Universidad San Buenaventura Cali

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