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Artículo de opinión ·

El 28 de mayo de 2024 quedará grabado en la memoria colectiva de Colombia como el día en que se dijo basta a la tortura y el maltrato animalmente institucionalizado. La prohibición de las corridas de toros, una práctica arcaica y antiética que por siglos ha causado sufrimiento innecesario a los toros, marca un triunfo fundamental para la sensibilidad y la justicia en nuestro país.

Agamben, filósofo italiano, ha reflexionado sobre la distinción entre «vida desnuda» y “zoé», conceptos que resultan pertinentes en este debate. La «vida desnuda» se refiere a aquella que se encuentra exenta de derechos y protecciones, mientras que la «zoé» abarca la dimensión biológica de la existencia. Las corridas de toros, al relegar a los toros a la categoría de «vida desnuda», los despojan de su valor intrínseco y los convierten en meros objetos de entretenimiento. Por su parte, Singer, filósofo australiano y defensor de los derechos animales, ha argumentado que los animales, al igual que los humanos, son capaces de sentir dolor y sufrimiento. Negarles este reconocimiento básico implica ignorar su capacidad de experimentar emociones y, por ende, vulnerar su bienestar.

En el contexto colombiano, se ha planteado la necesidad de superar la visión antropocéntrica que ha dominado la ética tradicional. Y se ha propuesto ampliar el círculo para incluir a los animales, reconociéndoles un estatus que les otorgue protección frente al maltrato y la explotación. La prohibición de las corridas de toros en Colombia no solo representa un avance en materia de protección animal, sino que también refleja un cambio de paradigma en la sociedad. Parece que cada vez más personas somos conscientes que el sufrimiento animal no es un precio aceptable por el entretenimiento.

Además, la decisión del Congreso colombiano nos acerca a un futuro más compasivo y justo, donde la sensibilidad hacia el dolor ajeno, independientemente de la especie, sea un valor fundamental. La prohibición de las corridas de toros es un paso importante en este camino, un paso que nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con los animales y a construir una sociedad más respetuosa con todas las formas de vida. Avances en los que la Corte Constitucional había dado los primeros pasos con sentencias como la C-666 de 2010 y la C-041 de 2017.

Más allá de la prohibición, si bien la prohibición de las corridas de toros es un logro significativo, aún queda mucho por hacer en materia de protección animal en Colombia. Es necesario fortalecer las leyes existentes contra el maltrato animal, promover la educación en valores éticos y fomentar alternativas de entretenimiento que no impliquen crueldad hacia los animales.

Tirson Mauricio Duarte Molina

Docente Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

Universidad de San Buenaventura Cali

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