jueves, 12 de diciembre de 2024
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En un mundo cada vez más digitalizado, la profesión legal no ha quedado rezagada. Las nuevas tecnologías y el enfoque de Legal Design están generando cambios disruptivos en el sector, frente a lo cual puede surgir la inquietud, ¿hasta qué punto puede la tecnología reemplazar al abogado?
Imaginemos un mundo en el que los abogados dejaron de existir. La inteligencia artificial lo ha absorbido todo, y las máquinas manejan cada contrato, cada litigio, y cada disputa jurídica con precisión milimétrica. Las personas confían en los algoritmos, pero pronto descubren que algo esencial se ha perdido. Los matices de las relaciones humanas, las emociones detrás de cada caso y la justicia basada en el contexto quedan fuera de la ecuación. En un conflicto complejo, un cliente busca una respuesta y solo encuentra datos fríos. Sin la figura de un abogado que pueda entender su situación con empatía y aportar soluciones creativas, se pierde algo irremplazable: la humanidad en la interacción con la justicia.
Al buscar información para este artículo, me di cuenta de que el debate sobre el impacto de la tecnología en la profesión legal y la necesidad de adaptarse lleva años en marcha. Una cita de 2014 lo refleja bien: “La tecnología no busca reemplazarnos, sino ayudarnos a potenciar nuestra capacidad de abordar problemas y encontrar soluciones innovadoras” (Katz et al., 2014). Asimismo, el término “New Law”, acuñado en 2013 por Eric Chin, aludía al desafío de innovar en los servicios legales para responder a una creciente tendencia en el mercado: los clientes quieren más, a cambio de menos dinero.
Y es aquí, donde resulta vital entender, que las corrientes de innovación legal y el new law exigen la adaptabilidad de los profesionales del derecho a través de la apropiación responsable de las nuevas tecnologías que aparecen en el panorama, como herramientas para optimizar procesos, automatizar tareas repetitivas, efectuar investigación jurídica más eficiente, predicción de resultados, gestión de riesgos y de documentos, entre otros, lo que a la postre ofrece más eficiencia, precisión y accesibilidad.
En ese panorama, Las altas cortes han venido pronunciándose al respecto, como en la Sentencia SC370 de 2024, donde la Corte Suprema de Justicia señala expresamente que el goce de los adelantos tecnológicos y el progreso de las ciencias es un derecho humano reconocido en instrumentos internacionales. Así como el reciente fallo de la Corte Constitucional en Sentencia T-323 de 2024, donde emite lineamientos en relación al uso de la IA en el sistema judicial, advirtiendo que la IA no puede reemplazar a los jueces en la toma de decisiones judiciales, ya que esto vulneraría el derecho al debido proceso y la garantía del juez natural. Sin embargo, es factible la utilización de la IA para tareas administrativas, documentales y de apoyo a la gestión judicial, siempre que no sustituya el razonamiento lógico y humano que corresponde al juez.
En efecto, estas tecnologías emergentes avanzan día a día, y se han creado herramientas que facilitan la democratización de la información, tales como el software “Do not Pay” que es un chatbot legal creado por un tecnólogo en EEUU, quien, a raíz de haber sufrido con múltiples infracciones de tránsito, decidió crear esta herramienta para combatirlas, siendo ahora un chatbot que ofrece servicios en más de 100 áreas de derechos del consumidor. ¿Podría ser una amenaza para los abogados? En EEUU parece que no, pues han galardonado la plataforma desde la American Bar Association con el premio Lous M. Brown de acceso legal 2020, por su compromiso de mejora al acceso de servicios legales a personas de escasos recursos. Del mismo modo, contamos con plataformas como AI lawyer, Luminance, entre otras, al alcance de los abogados.
En concordancia con lo anterior, muchas firmas estan apostando a la incorporación de nuevas tecnologias y enfocando su delivery en el usuario como el centro. La IA ya está ayudando en la revisión de documentos, la búsqueda de precedentes y la generación de contratos. Incluso, como vemos en nuestro ordenamiento jurídico desde los tribunales, la automatización acelera trámites burocráticos y organiza el manejo de casos, por lo que indudablemente este escenario vuelve a plantear la gran pregunta del inicio. La respuesta, a consideración de quien escribe, lejos de ser apocalíptica, nos invita a ver la tecnología no como una amenaza, sino como una poderosa herramienta, siendo así que las nuevas tecnologías no solo no reemplazan a los abogados, sino que los empoderan.
En resumen, estos cambios pueden verse en clave de problema o en clave de oportunidad, pues no se trata de un mundo sin abogados, sino de un mundo con abogados más equipados. La tecnología es la llave para mejorar la práctica jurídica, siempre y cuando se utilice de manera complementaria, pues el derecho es una profesión que, aunque arraigada en tradiciones milenarias, también debe evolucionar. Y ahora bien, el profesional de derecho que no se adapte a estas nuevas tecnologias, podría enfrentar una serie de desafios que afecten su competitividad y relevancia en el mercado actual, tales como la perdida de eficiencia y productividad, perdida de clientela que busque soluciones más rentables y eficientes, falta de adaptacion a nuevas formas de resolver los conflictos y finalmente, el riesgo de obsolescencia, pues el mercado demanda soluciones innovadoras y agiles.
Elaborado por: Valentina Perdomo López.
Especialista en Derecho Comercial.
Docente Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.
Universidad de San Buenaventura Cali.